Me queda, tras el desnudo de mi piel, el sigilo de mi alma entregada.
El desvelo que se vuelve deseo en las comisuras de mi carne.
Un suspiro.
Un quejido que me abre, que henchía mi anhelo...,
que reverbera en mi aliento y en mi pensamiento,
y se hace esencia entre los caudales de mis piernas
cuando Tú, engendrado entre ellas,
Te ensalzas sobre mi cruz
y fecundas de lujuria la gloria de mis entrañas.
Azul de Magdalia
Y es entonces cuando cabe decir Amén :) Solo el sentir puede ensalzar a la lujuria.
ResponderEliminarBeso dulce Mi Estimada Magda.
Sea amén, entonces, Mi Estimado Dulce.
ResponderEliminarMi beso.