Y en el día del Señor...
Se desamarran todas las cuerdas que visten mi cuerpo.
Se hace túnica de piel mi vestidura y vuelo a Su Cielo orando verbos que son Su Palabra.
Y en mi plegaria se horada el Deseo que se abre a Sus Pies
y en Mi Adoración a Él, lágrimas de sal circundan mis ojos en plena Devoción.
Azul de Magdalia