Dos hálitos. Dos palpitos…
Dos pieles que se enhebran en un mismo Sentir, en el mismo arrebol de la dádiva que del recibir… Un meandro de sensaciones contenidas y liberadas como golpes de silencio sobre el estigma del alma; dos fuerzas que como imanes se atraen sobre el rugido del fuego, sobre su crepitar, sobre las brasas donde flamea la llama…
Azul de Magdalia
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Agradecida por la visita y por el tiempo que me haya sido dedicado.