Me entrego a la cruz de Tus deseos, a la pasión que se desborda como río caudaloso entre mis piernas, gimiendo Tu Nombre en pleitesía. Soy de Ti, el árbol del fruto prohibido, el maná que endulza Tu Boca y el susurro que musita el placer de entregarse a la Voluntad de Mi Señor.
Azul de Magdalia
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Agradecida por la visita y por el tiempo que me haya sido dedicado.