El Demonio siempre tienta, siempre sabe dónde imponer la mano como si fuera un chamán que resurge de su halo más oscuro, que (me) hace abrir las alas y emprender vuelo sin perder el tacto de mis huellas. (Me) cobija en el halo de su oscuridad, en la ternura de su alma, en el perdón de los pecados y la resurrección del deseo; arder…en la parte del averno que anhelo, entre su piel y el infinito de sus pensamientos, entre el silencio de mi boca, sellado a labios abiertos, henchidos, húmedos… y el poder de Su Sentido.
Y se regocija en Sus Dominos que se expanden como río hacia el mar sobre el tamiz de mi piel, a veces blanca, otras arrebolada, siempre erecta y presta…
Y se bendice, en el sacrilegio de unas aguas dulces, puras…, se embebe de Su camino y en él, como si fuera un último aliento, como un quejido de duro placer, me doblego —a voluntad— siendo Suya.
Azul de Magdalia
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Agradecida por la visita y por el tiempo que me haya sido dedicado.