Y en el día del Señor,
mi mirada se ilumina de Él,
y mi corazón,
rebosante de gozo,
prende en llamas de deseo.
Mi piel siente los estigmas de Su Voluntad
y, esclava a Sus Pies,
oro con mi alma en carne viva.
Azul de Magdalia
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Agradecida por la visita y por el tiempo que me haya sido dedicado.